Febo, Faetón y el carro de fuego
"Faetón siempre había oído decir a Clímene, su madre, que él era hijo del Sol.
Un día, sus compañeros se burlan de Faetón, le dicen que es un imbécil por creer en los cuentos que se inventa su madre, y Faetón, al no tener pruebas para demostrar que lo que Clímene dice es cierto, corre a buscarla.
Clímene entonces le muestra el camino que conduce hasta Sol y le dice que vaya a preguntárselo él mismo.
Así lo hace Faetón y cuando el Sol lo ve, desciñéndose la corona de cegadores rayos, va hasta él y lo abraza y le confirma que él es su padre.
"Y para demostrarte que tú eres mi hijo, Faetón, pídeme lo que quieras que nada habré de negarte".
Y a Faetón se le iluminan los ojos y le pide conducir su carro de fuego.
El Sol entonces se entristece y se queja de que las promesas no puedan romperse.
"Pero al menos-dice- habré de intentar convencerte del peligro de tu deseo. Ese carro de fuego que tanto quieres conducir, no puede manejarlo ni el propio Júpiter, ni Vulcano, que fue quien lo creó. A la altura que tienes que conducirlo hasta a mí me provoca pavor si miro hacia abajo. Los caballos son fuertes y fieros y el camino es un suicidio. La primera cuesta, la de la mañana, es tan empinada que hasta a los corceles les cuesta subirla y hay que andar con mano bien firme. La explanada, que es el mediodía, es tan estrecha y tan alta que no puedo pasar yo, que estoy acostumbrado desde el principio del mundo, sin que el corazón se me estremezca en el pecho y la tercera, que es la tarde, es una cuesta que cae en picado. Pero no es sólo eso, Faetón. Mientras cruzas el cielo tendrás que pasar entre los cuernos del Toro (Tauro) y esquivar la flecha del arquero (Sagitario) y evitar el aguijón ponzoñoso del escorpión (Escorpio) y las temibles tenazas del cangrejo (cancer), entre muchas otras cosas".
Pero ni aún por esas Faetón ceja en su empeño y el Sol, que ya no puede convencerlo, le da las riendas del carro. El joven sube convencido, con corazón valiente, y sólo cuando el carro ha comenzado la andadura, se da cuenta de adonde le ha conducido su soberbia.
Los caballos sienten que el conductor no es el mismo, que no hay fuerza ni decisión y entonces se dan a la estampida.
El carro de fuego lo abrasa todo: cielo, tierra, aire, mar... produce catástrofes, crea desiertos... se dice que hubo partes en la tierra que estuvieron tan expuestas al fuego que produjo el carro del Sol, que sus habitantes vieron cómo su piel se tornaba en negra(origen de Africa).
Su padre llora desconsolado y se dice que aquel día no hubo sol.
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