La historia de Rómulo y Remo es muy famosa. Supongo que todos vosotros habréis escuchado alguna vez que estos dos niños fueron amamantados por una loba y, cuando crecieron, fundaron el mayor imperio de la historia: ROMA.
Según la leyenda, un hijo de Eneas, Ascanio, había fundado la ciudad de Alba Longa a la derecha del río Tíber, donde reinaron varias generaciones detrás de él hasta llegar a Numitor. Amulio, hermano de Numitor, quería destronar del trono a su hermano y condenó a su propia sobrina, Rea Silvia, a permanecer virgen como vestal, como sacerdotisa de la diosa Vesta.
Se cuenta que fue Marte, el dios de la guerra, quien engendró a Rea Silvia y tuvo a Rómulo y Remo. Al nacer los niños fueron arrojados al río Tíber en una cesta, y fue a parar cerca de la desembocadura del río en el mar. Allí, una loba encontró a los mellizos y los acogió en el Monte Palatino hasta que un pastor los recogió y los cuidó con su mujer.
Rómulo y Remo se hicieron mayores y sustituyeron a Numitor en el trono y decidieron fundar una ciudad a la derecha del río Tíber, donde habían sido amamantados por la loba. Rómulo trazó un recuadro en lo alto del Monte Palatino para definir los límites de su nueva ciudad, y juró la muerte de aquél que traspasase la frontera. Su hermano Remo cruzó la línea y, entonces, Rómulo le tuvo que dar muerte. Así es cómo Rómulo es el único y primer rey de Roma.
Según la leyenda fueron los fundadores de Roma, pero la hitoria desmonta el mito de estos los hermanos ya que fija el origen de Roma a finales del siglo II a.C. Plutarco escibió en su obra Vidas paralelas sobre la biografía de los romanos más famosos y, por supuesto, escribió sobre Rómulo.
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