Dido y Eneas son los personajes que toma Virgilio para justificar la enemistad que había entre Cartago y Roma, y aparecen en la Eneida. Dido es la reina de Cartago, que se enamora de Eneas gracias a la diosa Venus. Eneas es un príncipe troyano, hijo de Venus, que huye de su tierra después de la guerra, y su destino es fundar Roma.
En la versión que hace Virgilo, Eneas huye de Troya tras perder la guerra y se hace a la mar rumbo a Occidente, para encontrar un país en el que poder establecerse. Después de pasar por varios países intenta continuar su viaje, hacia la tierra de sus antepasados, cuando una tempestad dispersa las naves de Eneas y les lleva a las costas de Cartago. Al llegar aquí, Eneas pretende explorar el terreno y la diosa Afrodita se le aparece y le afirma que volverán a reunirse todos y serán bien acogidos en aquella tierra gobernada por Dido.
Cupido lanza una flecha amorosa a Dido para que se enamore de Eneas y se entregue a él. Ella pretende unir sus linajes, pero los hados no lo permiten, y Júpiter manda a Mercurio trata de convencer a Eneas que continúe con su viaje y se aleje de allí, para que se cumpla su destino. Y así fue, Eneas dispone todo para seguir con su viaje a pesar de las súplicas de Dido que se suicida al ver que no puede impedir la marcha de su amor.
Como veis las historias clásicas tienen recoveco a lo largo de los siglos y tanto es así que autores posteriores toman las leyendas más conocidas para hacer una representación de la misma. En este caso, en el siglo XVII, Henry Purcell decidió llevar esta historia de amor a los teatros y basó su ópera en la narración de Virgilio.
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